El duelo es una manifestación que no contempla diferencia en estrato social, creencias o edad; y la Infancia no es la excepción. Las niñas y los niños también presentan las manifestaciones de este proceso natural de vida, pero con algunas diferencias.
La primera implicación es que el duelo en los niños no se presenta igual en todo el rango de edad que la comprende. Su diversidad suele estar marcada por la manera en cómo ellos deciden afrontar la muerte y esta a su vez, depende de los recursos que su entorno les ha proporcionando. Por ejemplo, si el tema de la pérdida o la muerte se habla con naturalidad en casa, si sus padres o tutores permiten la expresión emocional, o el cómo les han enseñado a manejar la frustración, son sin duda elementos que formarán la personalidad en la niñez y dotará de recursos para afrontar el duelo en cualquier momento posterior que se presente.
Otro elemento muy importante es el grado de abstracción, que en la infancia se va concretando como parte del desarrollo cognitivo, esto es la manera en como ellos conceptualizan la muerte conforme van creciendo, aunque varía según las edades.
Tanto niñas como niños, deben entender ciertos aspectos de la muerte:
Las manifestaciones de los niños en el duelo suelen verse más bien a nivel conductual y las podemos identificar en diversas situaciones con muestras de berrinches, miedos, percibirlos más sensibles o irritables de lo usual, o incluso pueden llegar a tener algunas conductas regresivas (situaciones que el niño ya manejaba y puede volver a perderlas momentáneamente), como por ejemplo la pérdida de
control de esfínteres y que vuelva a “hacerse pipí en la cama”.
Es muy común encontrarnos con la creencia que los niños por su edad e inocencia no se dan cuenta de este tipo de eventos en la vida y que es mejor el no incluirlos en los procesos de duelo y luto de la familia, pero es totalmente falso. Numerosos autores sugieren como un beneficio el incluir a los niños de cualquier edad en este tipo de procesos.
Existen algunas ventajas de involucrar a los niños en un sano proceso de duelo y para lograrlo, te las mencionamos a continuación:
Los niños comprenden a su nivel que algo está pasando y perciben las reacciones de su entorno, tener participación les puede generar menor ansiedad o temor.
Hablar sobre la muerte con los niños, permitirá una comprensión en un ambiente de calidez, respeto y amor que resultará en un espacio seguro para que ellos afronten el impacto emocional y la integración de la pérdida.
Compartir información directamente a través de sus seres queridos reduce el riesgo de obtenerla de otras fuentes, quizás bien intencionadas, pero imprudentes o erróneas.
Es cierto que es importante protegerlos del dolor y sufrimiento de situaciones evitables, pero existen acontecimientos que son parte de la vida y que no se deben ocultar, disfrazar o mentir para así poder generar mucho menos malestar emocional en el niño.
Al mostrarnos como adultos vulnerables estamos brindando una lección de educación emocional que fortalecerá su desarrollo psicosocial según vaya creciendo.
Por tanto, el que los niños y niñas se vean inmersos en situaciones de muerte o pérdidas, no debería ser para ellos algo oculto, traumático o sólo de adultos, sino más bien, un proceso natural que debe entenderse y sobre llevarse de la mano de seres queridos, para que cuando crezcan se encuentren fortalecidos y con la capacidad de afrontarle de una forma resiliente.
En colaboración con Centro Tanatológico de Chihuahua, A.C.
Referencias: Castro, M. d. Tanatología: la familia ante la enfermedad y la muerte. Trillas.
Kroen, W. C. (2011). Como ayudar a los niños a afrontar la pérdida de un ser querido. Oniro.